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Nada. La gente cambia David (Tobey Maguire) en Pleasantville

        

        Llevaba diez minutos viendo la película cuando esta frase cayó en mis oídos y, como viene siendo habitual, me dejó pendiente de la pantalla aunque estuviese centrada en mi pensamiento.
Es tan simple y tan real, que duele. La situación es la siguiente: David se encuentra en pleno juicio sobre su persona por haber llevado el color a la gris vida de este pueblo. Más de la mitad de los presentes son de color gris, sólo algunos destacan por el colorido de sus ropas. David está tranquilo sabiendo que lo que hace es sólo llenar de vida sus vidas, valga la refundoncia (jajajaj), y sólo quiere seguir haciéndolo por mucho que le juzguen por ello. En un momento, David escucha las palabras de su padre (uno de los grises) afectado por la pérdida de su madre (no, no ha muerto, sólo se ha ido al bando de los coloridos) y que busca consuelo en su hijo.

"No lo entiendo, todo estaba en su sitio, y de repente...¿Qué ha pasado, qué he hecho mal?"
"Nada. La gente cambia".

La respuesta se la da con la misma tranquilidad como angustia tiene el pobre padre grisaceo por su actual situación personal. Ni se inmuta. De hecho hubo un segundo en el que pensé que terminaría con un: ¿Papá, es que eres idiota? Y mal no le hubiese quedado porque cogieron al actor que por excelencia presenta la imagen de un pobre desgraciado que se lleva y aguanta todas las ostias poniendo la otra mejilla. Es William H. Macy, ganador de un Oscar por su fantástico papel en Fargo. En definitiva, que el papel le iba que ni hecho a medida.

Pues de haberle espetado eso el hijo, yo me hubiese atrevido a contestar. "Sí, y yo también".
Es tan simple que no me había percatado de lo real e importante que es.
Las personas cambiamos. Todos y cada uno de nosotros evolucionamos a lo largo de nuestra vida. No somos los mismo hoy que hace diez años, ni que dentro de diez. ¿Jode? Mucho. Pero es lo que hay.

Esperaba este buen hombre que actuando exactamente igual con la mujer con la que se casó, ella siempre reaccionará de la misma forma. Y lo curioso fue que se largo con otro. ¿Y qué hice mal? No darte la opción de cambiar. Ser siempre el mismo. Hacer siempre lo mismo. Lo políticamente correcto. Lo establecido. Lo que aceptas con resignación sin chistar. Así va bien. Comes, te vistes, tienes casa y calor, una mujer y unos hijos, no es lo que quería, o lo que quieren de mi. Da igual. Ni lo intentes.

Creo que ya he dejado claro que yo claudiqué en tener un puesto de trabajo que no me gusta ni me gustará, y que acepté que es lo que me da ingreso. Quiero decir con esto, que no soy la más indicada para dar lecciones de nada. Pero de ahí a no dejar abierta la puerta, la esperanza y la ilusión de que pueda encontrar algo que me satisfaga, así como en el terreno personal, ahí si que estoy pa dar clases.

Hay que cambiar porque además todo lo que nos rodea así lo hace. ¿Nos hemos fijado alguna vez en las montañas, ríos, bosques, etc? Evolucionan, cambian su fisionomía. ¿Y los animales? La evolución se localiza en todas las especies, incluso la desaparación en pro de cualquier otra. Incluido el ser humano. Otro ejemplo: el español de los años 70 medía de media como 15 centímetros menos que el actual.

Entonces, ¿por qué cuesta tanto entender que las personas cambian en su forma de ser y actuar a lo largo de la vida? ¿Por qué para este hombre era tan extraño? ¿En qué momento de nuestra existencia creamos unos parámetros establecidos que nos impide ver que la evolución en el comportamiento humano es tan natural como el paso de lo años y las consecuentes variaciones que nuestro cuerpo físicamente hablando sufre? Defendemos, incluso en la actual apabullante era de la búsqueda de la eterna juventud, que nuestro cuerpo va cambiando, y lo defendemos con resignación y una sonrisa. Un cuerpo de 60 años jamás será comparado con uno de 20, por mucho que le metas cirugía. Y no nos asusta.

Pero si una persona ha sido ejemplar ama de casa, vecina, clienta, madre, esposa, hermana e hija, etc, y mañana se le ocurre comprarse una guitarra eléctrica y tocar Vodoo Child con un grupo de amigas y sus hijos y los hijos de estas, tranquilos, que lo mismo la ingresan en salud mental.

Los humanos somos subnormales.





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