Esta es la exposición de hoy, a raíz de un artículo que he leído en la revista Ethic. Versa sobre el concepto, la aplicación y las consecuencias de la abstracción.
Así reza en el artículo: “Para Aristóteles, abstraerse es ejercer una operación cognoscitiva inequívocamente intelectual y, por ello, propia de la especie animal dotada de razón, el hombre.
Procede del latín Abstrahere que significa alejar, sustraer, separar.
La filosofía, por su parte, determina la abstracción como una operación mental para aislar conceptualmente la propiedad o función que un objeto posea.
Entonces, la abstracción como recurso permite la cuestión de: ¿me abstraigo del mundo para reconciliarme conmigo mismo o para perder contacto propio?
¿Se recurre para distinguir su propiedad, su función, su sentido o para recuperar su identidad?”
Por mi parte, la palabra en sí es preciosa, suena muy bien. A mí me ocurre mucho con el vocabulario español, palabras como aquiescencia, insolar, celemín, o malandrín me producen dulzura al oírlas. Por tanto, para mí la abstracción ya parte con un sesgo positivo.
Pienso como Aristóteles acerca de que la abstracción es un acto intelectual. Es el intelecto el que hace la solicitud de la abstracción por los mismos motivos que se exponen en las preguntas de la exposición. La mente necesita del alejamiento, del aislamiento. Considero que es la vía adecuada para que se limpie, regenere, equilibre y reactive. Lo simulo a una purga, una catarsis. Por ese motivo suena extraño que se vea la abstracción como un hecho extraordinario, es algo natural.
Por tanto, ¿me abstraigo del mundo para reconciliarme conmigo mismo? Sí, sin lugar a dudas. es lógico, natural, comprensible y una necesidad. ¿Para perder contacto propio? No, para retomarlo. Perder el contacto con uno mismo es contranatura y pernicioso. ¿Se recurre para distinguir su propiedad, su función, su sentido o para recuperar su identidad? Exacto. Para todo, y por todo, lo que indica la pregunta. Abstraerse conlleva un proceso de introversión, totalmente necesario para cualquier ser humano más tarde o más temprano, depende la personas y su circunstancia, por el que se alcanza la propiedad de nosotros mismos, la función que desarrollamos, el sentido que nos corresponde como seres vivos, tanto individual como colectivo, y la recuperación de nuestra identidad.
No podemos negar ni obviar que somos seres con identidad propia que puede diluirse en la masa, algo que perjudica su esencia. Todo ser vivo representa su esencia, desde el rey astro hasta la más diminuta molécula. La pérdida de la misma conllevaría eliminar su aportación en la existencia general. La importancia de la abstracción no es sólo por la necesidad y el beneficio personal sino por el común. Y el bien común es el bien del grupo.
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