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Elegirá en vez de actuar, Byung Chul Han

    La mano es el órgano del trabajo y la actividad. El dedo, en cambio, es el órgano de la elección. El humano manualmente inactivo del futuro solo hará uso de sus dedos. Elegirá en lugar de actuar. Para satisfacer sus necesidades presionará teclas. Su vida no será un drama que le obligue a actuar, sino un juego. Es tentadora la idea de que el humano del futuro solo juegue y disfrute, es decir, de que no tenga <<preocupaciones>>.


Ya estoy de vuelta con este acertado filósofo contemporáneo, Byung Chul Han, realmente un prodigio elucubrando sobre la sociedad en la que vivimos. Cada línea de cada uno de sus libros dan para hacer profundas reflexiones. En este caso me llamó poderosamente la atención el uso de las virtudes de las manos para entender cómo funcionamos actualmente. Y como se irá agravando en un futuro. 

Las manos están destinadas al trabajo, a la creación, a la labor, al movimiento, están entroncadas con la actividad mental y le otorga el equilibrio que necesita. Estudios realizados indican que se obtiene grandes beneficios para la mente: mejora de la capacidad cognitiva, estimula la creatividad y el ingenio, alivia el dolor crónico, reduce el estrés y favorece la relajación, fortalece el sistema inmunológico. Si lo analizamos, todas están ligadas y desembocan en el mismo punto: salud mental. La capacidad de cognición favorece la creatividad y el ingenio, el dolor crónico está altamente ligado a los problemas de salud mental, al estrés y la falta de relajación. El sistema inmunológico se debilita ante los desequilibrios mentales y/o emocionales. 

En este sentido, se determina que las manos son las aliadas de la paz mental. Sin embargo, por otro lado, y como elemento antagónico están los dedos, extensiones de nuestros cuerpos con capacidad de elección. Sería ridículo pensar que si los dedos se integran en la mano no sean también creadores y activos, sin embargo, son electores, supongo que por su fisionomía. El dedo está destinado a elegir, incluso a seleccionar. Lo vemos diariamente en la máquina que se ha hecho imprescindible en nuestro hacer diario, el móvil.  El dedo no crea, el dedo designa. Es elector, pero no creador. No es coincidencia que vivamos en las era de las pantallas, de deslizar el dedo por la misma, a veces sin obtener nada, sólo un cambio de imágenes, que las manualidades se estén perdiendo y que la capacitad crítica esté en desuso. 

Es un puzzle con perfecto encaje, cada vez es más evidente que carecemos de juicio crítico, incluido el  autocrítico, que otorgamos menos poder al uso de la mente. No quieren que la entrenemos. Callados, esclavizados y sumisos somos más útiles para cualquier actividad de alto consumo mediante la que puedan tener control: votar, comprar, deporte, likes en redes sociales, ocio. El móvil nos adormece, nos entretiene sin objetivo ni aporte, es el aliado perfecto para una sociedad conformista. Si potenciasen el uso de las manos, la mente sería la siguiente en activarse, pedir su espacio y revelarse. Es mejor que nos estemos callados, que nos entretengan con pantallas (¿alguien recuerda cuando el opio del pueblo era la religión o el fútbol?), que no nos demos cuenta de que vivimos amaestrados.

En el mismo libro No Cosas indica "Tampoco querrá poseer nada, sino experimentar y jugar". Se entronca perfectamente con lo expuesto anteriormente, la posesión conlleva la responsabilidad, la experiencia, no. Cuando posees hay una obligación de concentrar esfuerzo y energía en aquello que se tiene, sin embargo si sólo experimentas, sólo vives, te dejas llevar, pasas por la experiencia sin hacer mella, sin dejar huella, como el viento. Es inhibir a la persona de sus propiedades auténticas, hacerlo un pusilánime ante su propia vida. 

Para finalizar, esta correcta y realista frase: "debemos dar la bienvenida al phono sapiens". No sería una locura pensar que una pantalla sea en un futuro una extensión del cuerpo, se ve claramente en la serie Upload cuando estiran los dedos y aparece una pantalla translúcida anclada entre el índice y el pulgar. 

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